Desciende del galgo árabe, siendo parecido a un perro ovejero ruso. Tuvo su momento de máxima gloria en la corte de los Zares, donde era criado con gran maestría para utilizarlo en la caza del lobo siberiano. Es un perro obediente pero muy desconfiado con los extraños, hasta puede llegar a morder.
La caída de los Zares y de la nobleza rusa fue la causa de la desaparición casi total de esta raza de su país de origen. No obstante, está bastante difundida en Europa y América. Es grácil, fuerte y veloz, alcanzando una altura de entre 66 y 79 cm y un peso desde 25 hasta 48 kg. Cubierto por una capa de pelo ondulado, se mueve con gran distinción y elegancia. Y existe en todos los colores.
Tras la Revolución Rusa en 1917, los borzois se vieron asociados a la clase gobernante y se destruyeron muchas perreras. La raza solo logró sobrevivir gracias a los regalos que se hicieron a personas de Occidente. Los Romanov fueron grandes criadores de borzois y solían montar extensas cacerías de lobos en las que participaban cientos de estos perros.